Cuatro naranjas en un frutero de cerámica alargado, mitad amarillo, mitad verde. Ese era su centro de mesa y le gustaba tenerlo en el comedor de su casa. No lo iba a cambiar sólo porque su nueva inquilina lo decidiera. En realidad Irina no decidía nada, simplemente era alérgica a las naranjas y punto, pero eso no tenía nada que ver con su frutero y con ella o ¿sí?
Mariana acababa de recibir a Irina. Por primera vez durmieron bajo el mismo techo. No quería hacerlo pero la situación de su empresa no le permitía asumir sola los gastos de su apartamento. Le habían bajado el sueldo hasta el primer piso.
Amaneció rara pensando en las naranjas y como flotando ¿o eran las cosas de su piso las que flotaban? Se ató el mareo en una coleta, junto con su largo cabello negro y salió de la cama.
Irina conocía bien el idioma de su casera pero no le hacía mucha falta porque hablaba poco. Era rubia, alta y aparentaba una dulce fragilidad. Había volado desde muy lejos. Su país natal estaba fuera de las fronteras del mapa de Europa que Mariana tenía en su cuarto, a esa escala estaría más o menos dónde la foto de sus padres, la que tenía colgada en la pared y no le gustaba.
Mariana paseaba por su propia casa, en esa mañana de sábado y de una forma inconsciente iba agarrándose a los objetos, casi como si fuera un poco ciega. La niña que llevaba dentro y que se encargaba de agitar su coleta, rondaba el único lugar prohibido de toda la casa, el cuarto de Irina. Quería entrar y descubrir sus cosas. Así que, una vez más, su curiosidad mandó a su prudencia en busca de helados de chocolate.
Preguntó dos veces a la puerta y agarró el pomo como quien obtiene la confirmación del silencio. Sintió un cosquilleo en el estómago y el mareo serpenteó libre por su cuerpo, creyendo ella que era por la conquista. Al principio lo vio todo oscuro pero de repente… ¡una luz blanca y casi cegadora irradiaba desde el centro de la habitación! Evitando la ceguera sus ojos escaparon hacia arriba y su boca tuvo que abrirse para que cupiera tanta admiración ¡espera un momento! ¿Estaba viendo las estrellas en el techo de una de las habitaciones de su propia casa, a plena luz del día? Intentó colgar su malestar en la cama pero ésta también era muy inestable, entonces cayó de rodillas frente a la fuente de luz. Era una piedra multicolor ¡que jamás había visto! Con gran esfuerzo su prudencia, cargando el helado de chocolate, le dio un manotazo a la curiosidad y empujó a Mariana a salir de allí. Ella seguía sintiendo que todo el suelo se movía como si estuviera en un barco. A trompicones y con el vómito queriendo escurrírsele por la boca salió del cuarto, cerró la puerta y se desplomó en el pasillo, estrujando el suculento helado y dejando salir una pregunta:
¿Quién demonios era aquella rubia alérgica a las naranjas?
…a veces…
cuatro naranjas pueden ser
el principio de una historia
¿no?
9 comentarios en «Cuatro naranjas»
me pregunto si 4 naranjas en un frutero de cerámica alargada pueden ser el final de un libro…
Cuatro naranjas en un frutero pueden ser el principio de tantas cosas!! Reitero la petición: queremos un libro ya!! Y si necesitas títulos, estoy haciendo fotos de calles con nombres curiosos, que seguro que te darían para mucho 🙂
Abrazos que leen de principio a fin
Jopestamanuela: pues claro que sí! Es un buen final para que haya un inicio otra vez…¡Un beso!
Shubhaa: jajajajaja, la verdad es que yo también lo veo más cerca, estoy empezando a recopilar y organizar un guión, tu sabes que tenía una o varias ideas para el libro pero voy a concentrarme en una por el momento ¡En estos días te escribo! La idea de los nombres de las calles me encanta! 😀 ¡Otro abrazo bien fuerte!
Estoy en ascuas, quiero más!!!!
Ay Geminiana habrá que ver a dónde me llevan estos personajes…;)
Besos!
jajajaja eres una crack
la chica creativa… ¡Miedo me das!
Un beso
KATREyuk espera y verás cuando empiece con esa nueva cámara y el micrófono jajajajajaja
Otro beso!
Yo también quiero más… quién es esa chica rubia con alergia a las naranjas?? quiero saber!!
Y tú, querida amiga eres grande, grande, grande…
Muchos besos de colores
Hola preciosa!
Pues no sé que pasará con esa mujer a ver que me cuenta en sueños 😉
Te quiero mucho morena! Besos!