La cara de la moneda

Se fue. No quería volver. Ya era libre. Dejo atrás todo lo que la mantenía atada. Cuando salió del portal fue rodeada rápidamente por los brazos del calor abrasador de Madrid en agosto pero no se sintió  presionada sino casi volando. Llevaba la última maleta que le quedaba con los últimos abrazos, besos y «te amo» que normalmente iba dejando desorganizados por todos los rincones de la casa. No quiso dejar ninguno, ya no era capaz de dar nada, al menos no a aquel hombre al cual  ya no veía en su camino, con el que ya no compartía ningún sueño.

Se subió al primer taxi que pasó en aquella calle  desierta a las ocho de la mañana.

– ¿A dónde la llevo señorita? – le preguntó un joven latino que deslizó su mirada hambrienta de desayuno por aquel cuerpo de mujer tan femenino.
– Avenida de Bonn 45, por favor – dijo ella en un tono casi contenido, cuando lo que realmente quería decirle era » ¡a mi casa, por favor, por fin a mi casa!».

Cuando llegó a su nuevo apartamento dejo las maletas en la puerta y fue desnudándose despacio de camino hacia el baño. Se quitó la pereza de él, que llevaba colgada de la blusa, desabrochando botón a botón quebrando de cada vez un vínculo y sintiéndose más ligera. . .  Dejó caer su falda con todo su mal genio, con su mal estar diario. . . con cara sonriente desabrocho su sujetador de encaje negro mientras pensaba en que se había librado de ese mal amante que por algún motivo la había seducido durante más tiempo de la cuenta. . .y mientras veía su enorme bañera nueva dejó caer la ultima pieza de su ropa interior junto con el último recuerdo que guardaba en el corazón. . .

 

Mientras se sumergía en el agua templada y con esencias de rosas, iba dejando flotar su imaginación que volaba ya hacia otros lugares, lejos de aquella ciudad, de aquel pasado y se abandonó al placer de miles de mariposas que subían y bajaban, que bajaban y subían recorriendo los valles y montañas de su voluptuosa anatomía. Saboreo así su nueva condición de mujer soltera que la llevaba a una velocidad vertiginosa hasta una intensa  luz dorada que derramó por todo su cuerpo la conciencia y todas las implicaciones de su libertad. . .

 

…a veces…

vengo solo a mostrarte

la cara de la moneda…

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Soy Angela

En este espacio me he dado el permiso de jugar con las palabras, la imaginación y la creatividad…

Mientras no estoy aquí me dedico a crear igualmente, acompaño a profesionales del desarrollo personal para que su proyecto de corazón tenga formato digital. He puesto mis conocimientos en diseño web, marketing digital y creatividad al servicio de personas que ayudan a otras a tener una vida más plena y feliz. Puedes encontrarme en www.angysanz.es

7 comentarios en «La cara de la moneda»

  1. Para mí que la intensa luz dorada que nos damos a nosotras mismas es precisamente lo que mas nos reconforta…aunque a veces estar sola no sea lo que precisas.
    Pero la libertad es el bien mas escaso, y por tanto mas caro…para quienes no negociamos ser libres supone, muchas veces ,demasiadas veces, una carga, que llevamos con la tranquilidad de saber que es lo suyo. BASTA DE PALABRAS…

    SOBRI, ME GUSTA MUCHO, PERO QUE MUCHO, TU MANERA DE DECIR…NO PARES Y QUE TE VAYA BONITO, ESTEN DONDE TE PILLE. tu tita, la Helen, la perturbá…y menos mal que el mundo está horroroso pa los cuerdos…(en mi opinión)

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  2. Como siempre, tan brillante como tú. Tu manera de escribir me engancha.
    Es bueno conocer las dos caras de la moneda… nunca hay una sola versión y hay que conocerlas todas… entonces, solo entonces podríamos opinar y en muchas ocasiones es mejor no hacerlo…

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  3. @Elena:pues si, la libertad puede ser un arma de doble filo por eso tiene un equilibrio tan frágil y hay que saber ganársela sin renunciar a demasiadas cosas…

    @Tegala: si…uno nunca sabe lo que realmente pasa y probablemente nunca existe la cara o la cruz sino mas bien una mezcla donde los sentimientos y las emociones controlan decisiones que tenemos atragantadas y nos van empujando por dentro porque quieren salir…

    Me alegran vuestras visitas y compañía, gracias por leerme!
    Besos!

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