Escribo solo para decirte
que he trasplantado la orquídea.
Con cuidado,
intentando no tocar
sus raíces verdes.
Regándola después
con té de sauce.
Quise explicarle
que, a veces,
tenemos que mudar de casa,
de piel
y en ese cambio
hay partes nuestras
que se quedan atrás.
Lo hice temprano,
en la mañana,
para estar más fresca.
Aún así,
no pude evitar romper
uno de los brotes
que iba a nacer.
Le pedí disculpas.
Sinceras.
Y entonces me di cuenta
de que yo también
he perdido oportunidades
de multiplicarme.
Sin embargo
todo ello me ha traído hasta aquí
donde respira y florece mi casa
y mi corazón late
extendiendo sus raíces infinitas.
PD: ahora tengo una planta de albahaca
en el balcón.
Cuando la huelo
recuerdo nuestro viaje a Italia.
Ese que nunca hicimos.
Todavía.