Suena música bailable y una pareja sale a la pista. Nunca han bailado esta canción juntos pero sí con otras personas. Sueltos, cada uno repite los movimientos aprendidos .
Intentan llevar el ritmo. Hasta que sus miradas se cruzan y se dan cuenta de que quieren estar un poco más cerca.
Uno de los dos toma la iniciativa, hace las veces de líder. La otra persona se deja llevar, confía, aunque está un poco temerosa al principio.
La inseguridad les hace tropezar hasta que se acompasan. De repente se intercambian los roles, líder y seguidor.
Hacen giros, pasos improvisados y vuelven a intercambiarse los papeles. No dejan de mirarse a los ojos y el baile es cada vez más fluido. Ya no importa mucho si alguien les mira, tampoco si los movimientos no eran los que cada uno sabía de memoria.
Se equivocan a veces, pero se acompañan para recuperar el ritmo, esperándose mutuamente. Crean su propia coreografía. Disfrutan, ríen, se retan, aprenden el uno del otro con humildad.
Ahora pueden mirar alrededor y copiar algunos movimientos de otras parejas, pero solo aquellos que les gustan.
La canción termina pero comienza otra, con otro ritmo y así siguen inventando, intercambiando liderazgo, confiando, perdiendo el paso a veces, bailando su propia historia de amor.
Y a ti ¿te gusta bailar en pareja? 🙃