En tu luz aprendo a amar.
En tu belleza, cómo hacer poemas.
Bailas dentro de mi pecho,
en donde nadie te ve,
pero a veces yo te veo,
y esa vislumbre de ti se convierte en este arte.
Rumi
Estoy aprendiendo a bailar. A bailar en pareja, salsa y bachata.
Este blog ha cumplido este mes 8 años de vida. Para mí ha significado la celebración de la imaginación, la creatividad y el autoconocimiento a través de la escritura. Aunque ya no publique tanto como al principio sigo jugando con las palabras cada día. Sin embargo en todo este tiempo aún no había ido a clases de baile. Apenas unos meses en el 2011. Y Chocolate Bailable no es un nombre que haya surgido por casualidad. He salido a bailar muchas veces, he bailado sola, con gente, al amanecer, en la playa, en algún rincón oscuro, en tu cuerpo y en el campo pero en toda mi vida me he concedido el permiso de ir a clases de baile tres veces.
Todos deberíamos bailar de vez en cuando. El baile nos permite volar, ser, fluir y en algunos lugares lo saben tan bien que hasta lo prohiben, porque…¿cómo van a permitir que nos acerquemos tanto a ese estado de libertad interior? En Irán el ballet es ilegal desde 1979. No se puede actuar en público bailando, es considerado pecaminoso. Este fin de semana conocí esta historia gracias a la película “El bailarín del desierto”.
El filme cuenta la historia de Afshin Ghaffarian, un joven iraní que decide luchar por su sueño, bailar, aún a riesgo de perder su vida. Con ese objetivo forma un grupo de baile clandestino y organiza una actuación en medio del desierto, el único lugar donde pueden actuar de forma libre. La historia transcurre durante el 2009 en medio de las protestas que tuvieron lugar en las principales ciudades tras las elecciones presidenciales. Actualmente reside en Paris, después de huir desde Alemania, donde participaba en una presentación teatral autorizada por su país. En Francia creó la compañía “Reformances” y actúa por toda Europa.
Mientras la veía no dejaba de pensar en todo lo que ocurre cuando bailo. Se para el tiempo y dejo de tener que “tener” para SER, simplemente. Aprender a bailar en pareja está siendo todo un reto, implica escuchar doblemente, a mí y a mi compañero de baile. No es tarea fácil. Sincronizar el movimiento de nuestros cuerpos en medio de esa sensación de libertad es la metáfora perfecta de las relaciones de pareja.
Ahora, los miércoles, tengo la suerte de disfrutar de una tarde de Chocolate Bailable: dos horas de escritura creativa y otras dos de baile. Jugar a ser otros, fluir, crear, imaginar, expresarme a través del cuerpo y la palabra, nutrirme hasta la embriaguez. En ese tiempo se crea en mi vida un paréntesis, una especie de asilo creativo, donde volver a conectarme conmigo, con el ritmo de mi propio corazón y ser completamente libre durante trescientos sesenta minutos.
…a veces…
no hace falta una dictadura exterior
para negarnos lo que más nos hace vibrar
¿cuál es tu asilo creativo?
¿Hay algún tiempo en tu vida
en el que te dediques a SER?
4 comentarios en «Escribir y bailar: un asilo creativo»
Eres increible Ángela. Creatividad y arte por los cuatro costados. Sencillamente maravillosa.
¡Gracias Modesto! Un abrazo gigante y gracias por esa sensibilidad maravillosa.
Felicidades por los 8 años de Chocolate Bailable. Un blog que además de encantarle tengo mucho que agradecerle. Le agradezco los momentos de lectura, de inspiración, de sonrisas, de reflexiones pero sobre todo que te conocí a ti y deseo entonces te tengo en mi corazón con el título de “Amiga” aunque la distancia sea grande.
Te adoro.
Muchas gracias linda! Sin duda tu eres una de esas vivas pruebas de que este blog me ha traído cosas maravillosas! Te extraño mucho y te tengo en mi corazón! Beso con abrazo!