Me sudan las manos.
Se me escurren las bolsas de la compra, tan pesadas.
No puedo. No quiero entrar en casa ¿Y si me confundiera de piso y entrara en la misma casa pero en el segundo en vez de en el tercero? Cambiaría mi vida, sería la mujer de Alfonso, que parece tierno, amable, un hombre como debe ser. No como mi Manuel que es bruto. Que no, que mi Manuel no es bruto, que la bruta soy yo, que no entiendo lo que quiere y es que soy la mujer equivocada para él, pero ¿cómo dejar de serlo? Tengo que ser dócil, sencilla, atenta, limpia, honrada, ¿limpia lo había dicho ya? Es que a mi Manuel le gustan las cosas limpias y ordenadas ¡y yo que no soy nada de eso! Bueno limpia soy pero ordenada no, o no como todo el mundo. Yo sé donde tengo las cosas pero a veces no están donde se supone que deberían estar y claro mi Manuel se enfada y me grita ¡¿cómo es posible que el periódico esté en la nevera?! Y yo que no quiero que las noticias se le escapen las dejo ahí, congeladas. Entonces él se levanta y me agarra fuerte la cara, me aprieta la mandíbula y me habla muy cerquita, casi escupiendo las palabras de su boca a la mía. Y me duele. Me duele esa fuerza y esa mirada que se me clavan en los ojos y me dicen que no sirvo, que no sé ser su mujer.
Yo pensaba que iba a ser diferente, no sé, como en las películas. Él siempre me trató bien cuando nos conocimos y me sonreía cada vez que venía a comprar a la panadería. Luego empezó a invitarme a ir al cine los domingos y me llevaba de la mano y no me soltaba hasta que me dejaba en la puerta de casa y soñábamos los dos con la vida de película que íbamos a tener juntos, eso sí, sin muchos lujos, que tampoco teníamos mucho dinero, pero felices. Y así nos casamos.
Y a mí que me sudan las manos desde entonces. Como ahora y ya estoy en el primer piso y me quedan dos. Y estas bolsas tan pesadas.
Se me hace un nudo en el estómago cada vez que me acuerdo de la primera vez. No tenía huevos, le había hecho una carne guisada igualita a la que le preparaba su madre, pero es que él ese día venía con antojo de huevos fritos con patatas. Después de sentarse y decirme que qué mierda era aquella me tiró el plato a la cara y me dio una bofetada que me quitó los sueños de película para siempre, o no, porque a veces, como ahora, todavía pienso que estoy en un drama equivocado, que yo no tenía que estar aquí, que yo no soy la mujer que tenía que estar casada con Manuel. Pero es lo que me ha tocado en este reparto y por más vueltas que le doy no hay manera de encontrar un final feliz
¡Ay que se me ha roto la bolsa y aún estoy en el segundo! ¿Y si me quedo aquí y hago como que me he confundido?
Dice la Teresa que su llave abre la puerta de los del piso que está por debajo de su quinto, a lo mejor si yo lo intento mi llave también abre la puerta de los del segundo. ¡Ay que tengo que seguir subiendo!
Y yo que hasta me creía que había tenido suerte, porque otra cosa no, pero envidia me tenían todas mis amigas cuando veían como me trataba mi Manuel antes de casarnos. Que cómo te mira, me decían ellas, que cómo te lleva y te trae, que si parece un hombre de verdad, que si a ese no lo sueltes nunca…y así estaban siempre. Y yo feliz, hasta esa primera vez y después cuando llegó la segunda, esa si fue de película, porque me tuve que maquillar para ir a la panadería y cuando ya estaba lista, mi Manuel me dijo que eso de trabajar se iba a acabar, que ya no fuera más, que su mujer tenía que estar en casa para atenderlo a él ¡y a mí que me gustaba tanto aquel trabajo! La gente siempre entrando y saliendo ¡Dame tres bollos María que tengo prisa y luego bajo a pagártelos! me decía siempre la Olvido y yo se los daba corriendo y sabía que ella después venía y me los pagaba, que ella es muy habladora y todo pero es honesta. Pero nada, yo seguí con el guión, si mi Manuel no quería que fuera a trabajar pues yo me quedaba en casa y la tenía perfecta, como a él le gustaba, y mira que yo nunca fui buena en eso pero me esforzaba porque era lo que me tocaba ¿a ver qué podía hacer yo si no?
¡Y como me cuesta subir estos escalones! Lo mismo que la tercera y la cuarta vez y con cada golpe se me están poniendo morados los encantos y es que cada vez estoy peor. Y las manos que me siguen sudando y y las bolsas se me siguen escurriendo y la rota ya no sé por dónde cogerla. Ya estoy en el tercero y no quiero entrar en casa pero voy a seguir haciéndolo porque alguien tendrá que hacerlo ¿no?
Esta puerta que ruido hace ¡ay que cansada estoy!
…a veces…
¿todavía sigues
interpretando ese papel
que no quieres?
11 comentarios en «Elige el papel de tu propia historia»
Qué bonito, Ángela!! Qué bien escrito!! Qué cierto ese cuento, esa historia que viven muchas mujeres, que entran dentro de una película y les da miedo abrir esa puerta y salir de un decorado que no les corresponde… con el miedo pegado a la piel, con el miedo invadiendo todo lo que son hasta que ya no saben lo que quieren. Esa historia de papeles que no son nuestros papeles soñados!!
Muy cierto, muy bien contado y muy hermoso, querida Ángela. Llegando, sabiendo transmitir y diciendo tanto con esas manos que le sudan y esas bolsas pesadas.
Un abrazo bien lento!!!
Ojalá llegue el día en que un cuento como éste sea ciencia ficción, pero como dice Tegala, es una realidad para más mujeres de las que nos imaginamos, de todas las edades y de todos los estratos sociales!! Ojalá nunca haya nadie a quien le suden las manos de miedo.
Abrazo cargado de bolsas de cosas buenas
@Tegala: Gracias por tus palabras siempre de aliento! Si que es verdad que la viven muchas mujeres y lo ideal seria que supieran que en cualquier momento, hasta un personaje de película, puede tomar las riendas de la historia. Otro de esos abrazos!
@Shubhaa: tienes razón…ojalá se cumpla eso y no se escriban más cuentos como estos sabiendo que en realidad son de verdad. Otro abrazo cargado también de bolsas con cosas buenas!
Elegir vivir una vida sencilla, como en las peliculas…para acabar viviendo un infierno con maltrato fisico y mental ( no se qual de ellos es peor ) y aun asi autoinculpandote de que no eres lo que deberias ser….
Muy bueno Angela!! ojala se encuentren esas llaves para cerrar esas vidas que no se quieren tener y abrir la vida que soñanamos y deseamos, y no hace falta que sea de pelicula, con que sea sencilla es suficiente. 🙂
Saludos
Tresa, gracias por venir a leer y dejar tambien un poco de ti 😀 Yo creo que las llaves están siempre dentro de nosotros pero nos pasamos el tiempo buscándolas fuera y por eso la felicidad se nos resiste a veces. Un saludo muy especial y vuelve siempre que quieras, estás en tu casa 🙂
Me ha encantado y está muy pero que muy bien escrito. Si me permites la osadía, yo quitaría la ultima frase, la que dice “La puerta se cierra y ella ya está dentro. Le sudan las manos.” Yo lo hubiera dejado en “ay, que cansada estoy! Me sudan las manos.” o algo así.
Es un texto con mucha fuerza y al meter a un narrador en tercera persona al final esa fuerza que transmites en cada linea se desinfla un poco.
Perdona mi arrogancia, es que soy un poco tiquismiquis. Además, todo es cuestión de gustos 🙂
Realmente muy bueno… Me hubiera encantado escribirlo yo (además de tiquismiquis también soy un poco envidiosilla jaja).
Antes de nada bienvenida! Gracias por venir, leer y por dejar tu comentario. ¿sabes? yo creo que es genial que cada texto cobre vida en los ojos de otros, por eso gracias por enseñarme otra opción, otro final, otra mirada 😀 Te confieso que es uno de los textos que mas me haya costado escribir pero al final salió y no se muy bien como! en cualquier caso cada lector también tiene el derecho a elegir el papel de su propia historia y a sentir esa envidia …yo también la he sentido y me hubiera gustado ser quien ha escrito muchos otros textos 😉
Un saludo y ven a visitarme cuando quieras, yo ya he dejado que la curiosidad me pique y me gustaría saber que hay detrás de esa puerta entornada…
Llevo un rato dándome un paseo por tu blog, saboreándolo, y me gusta lo que leo. Enhorabuena!
Gracias de verdad! Yo haré lo miso con el tuyo en cuanto pueda 😉