Amanecía una vez más y estaba segura de que entre sus rutinas estaría aquella extraña escena que le esperaba cada mañana desde hacía seis meses. Una vez más había despertado sola, en su carísima cama de princesa, en su grandioso cuarto, en aquella casa enorme donde se había instalado para que la soledad no la encontrara, como quien juega al escondite. Al llegar a la cocina, bajando las escaleras de caracol hechas en mármol, se encontró la misma visión de siempre. Todo fuera de sitio: platos, copas y botellas vacías desparramadas por el suelo, como quien despierta de una resaca después de una noche de fiesta. Raquel ya estaba cansada de aquel numerito.
Pero aquel día había algo diferente en ella, por fin estaba decidida a desvelar el misterio que acechaba su casa desde que vivía allí. En realidad estaba convencida de que la culpa era de sus empleados pero nunca había conseguido que lo admitieran. Como cada mañana, antes de ir a trabajar, sorbía un café frio, fumaba un cigarrillo cargado de envidia y exhalaba un humo que olía a infelicidad. Oservando por la ventana como jugaban los hijos de sus vecinos, con sus mochilas llenas de libros y sonrisas, tuvo una idea.
Antes de llegar a su despacho de abogada, la única en todo el pueblo, pasó por la tienda de Julián para poder llevar a cabo su propósito esa misma noche. En el camino notó como se le escurrían, por debajo de la falda, las miradas de mujeres y hombres que se atrevían a pellizcarle la intimidad como ratas hambrientas de alcantarilla. A veces se preguntaba el motivo por el que seguía aún allí, ¿qué le ataba a aquel lugar? Y entonces se decía a si misma que Álvaro quizás regresaría y la salvaría de aquel abismo.
Al final de la tarde llegó a casa y preparó su trampa para encontrar al responsable de aquellos desperfectos matutinos, esa sería la última noche que ocurriría. Cenó algo ligero y después de su rutina de cremas y mejunjes se acostó segura de que habría un antes y un después de aquella noche.
Amaneció despeinada y cansada como siempre. De un salto salió de la cama y corrió hacia las trampas para averiguar que pasaba en su vida y la sorpresa fue de tal tamaño que se quedó sin respiración unos segundos ¡Aquello no podía ser cierto! Alguien había manipulado las cintas de video de las cámaras que había colocado por toda la casa y le estaba haciendo creer que estaba loca. Volvió a verlas una y otra vez y sin querer empezó a sentir algo extraño, una empatía que contagiaba todo su cuerpo con aquella mujer que veía en la pantalla. La protagonista del vídeo bebía y Raquel se pasaba los dedos por sus labios, reconociendolos y sintiendo el sabor afrutado y seco del vino; aquella mujer bailaba y saltaba y el corazón de Raquel se aceleraba para acompasarse a ese ritmo; aquella mujer reía y lloraba a la vez y Raquel acariciaba sus propios ojos capaces de expresar tantas emociones.
Fue en ese preciso momento que decidió algunas cosas: a partir de aquel día sería, también a la luz del sol, aquella mujer que llevaba dentro y que hasta entonces solo había existido de noche sonámbula. Dejaría esa casa inmediatamente pues era demasiado grande y sin ayuda de empleados (¡que nunca había tenido!) no podía arreglarla sola. Tampoco iba a esperar más a Álvaro, pues ella no era responsable de que él hubiera elegido otra vida lejos de ella y aquella casa. Y por último decidió lo más importante, dejaría de mentirse a sí misma y tomaría las riendas de su vida para ser feliz.
…a veces…
las mentiras
están dentro
de nuestra propia
casa…
14 comentarios en «La casa mentirosa»
¡¡Ay, mi niña!! ¡¡¡Qué bonita historia!!! Me llevas, me haces ver, me sorprendes…maravillosamente narrada, transmitida, me transformas y me lo quedo dentro para ser de día lo que soy en las noches de sonambulismo (real o no)…
Te adoro y te admiro!!!
Abrazos lentos.
Morena linda! Me alegra que te haya gustado 🙂 este cuento lo soñé hace casi un año y me desperté sobresaltada al ver lo que pasaba…Ahora lo traigo aquí, después de haberlo masticado y haberlo interiorizado. También te adoro y te admiro más 🙂 Besos!!
Yo que siempre le pego la segunda vuelta a todo voy más allá del sonambulismo y me atrevo a felicitarte, no se si acertada o no, por el extraordinario simil de un sueño que parece real o de una realidad que parece sueño. Siempre hay un antes y un después de todo, incluso después de los grandes cambios ;), aunque sobretodo hay un después de cada pequeño paso… esos pasos que nos llevan tan lejos!!!!
Enhorabuena Angela, últimamente da gusto soñar con tus post!!!
Me encanta(s). Gracias por este cuento que nos traes que me ha hecho sonreír, expresas ideas fundamentales de vida de una forma muy reveladora, y sobre todo que da buen rollo.
Un beso transoceánico!
@Geminiana: Gracias por esas vueltas que le das a los textos, las palabras, los significados, que siempre nos llevan un poco más allá. Vas por buen camino, fue un sueño que revelaba una verdad que se vivía como una mentira…¿complicado o simple? solo se trataba de decidir, dar un paso como tu dices, por pequeño que fuera…:)
Gracias por las energías que me traes!
@Irene: Gracias a ti por venir. Las verdades aunque lleguen así tan inesperadas a veces asustan pero intento verlas siempre como algo muy positivo!
Besos a las dos!
Hola guapa!
me ha encantao!
Besos
Gracias Valle, un beso! Tú si que me encantas!
Querida Ängela, me parece un relato precioso, lleno de intimidades descubiertas, saciando una sed de verdad que se niega a salir, por miedo a descubrirla, y solo con la verdad aséptica de unas imágenes frías fabricadas con aparatos sin sentimientos son descubiertas. Un fiel reflejo de la vida, donde nos empeñamos en fabricarnos una y mil vidas para vivir cómodamente en ellas sin darnos cuenta que por debajo subyace la realidad.¡¡Mis felicitaciones!!
Querido Ricardo, una vez más gracias por acercarte y venir a verme, es un gusto tenerte por aqui. Me alegra que te haya gustado y te haya hecho reflexionar. Es así, nos empeñamos en rodearnos de todas esas cosas para escondernos de lo que queremos ser realmente…Un beso fuerte!
Vaya regalo!!! Lo cierto es que dejar de mentirse a una misma es más complicado de lo que parece! Me has hecho recordar una casa en la que viví en la que los duendes no paraban de cambiarme las cosas de sitio!!
Abrazos de casa pero no mentirosos
Pues sí Shubhaa es complicado pero cuando una despierta no quiere volver a hacerlo, aunque es fácil caer en la tentación. Y…los duendes también existen 😉
Me gustan mucho esos abrazos y te envío más 😉