A veces, cuando nadie me ve, me escapo a uno de los muchos salones de belleza que hay en mi barrio (¡y es que curiosamente hay muchísimos!). Desde que aquella vez, en mi primer viaje a Colombia, TÚ me llevaste a conocer estos pequeños rincones donde se concentran muchos de los secretos del universo femenino, ya no me resisto a sumergirme en ellos de vez en cuando. Y no es tanto por cuidarme, que también (pues soy vanidosa, así como TÚ), sino porque allí se respira una vida cargada de historias que en ningún otro sitio se atreven a contar. . .
– Hola doña Inés, ¿cómo está? – pregunta una mujer que entra en el salón con la fuerza de un huracán y su cabello recién peinado al viento.
– Pues aquí, ya me ve, trabajando como siempre . . . – le responde la empleada mientras intenta por todos los medios quitarle las horas de teclado y ratón a mis manos, para regalarme unas nuevas con las que acariciarte esa noche.
– ¡Ay no! Yo he decidido que me voy a dar una vuelta. La señora del quinto me ha pedido que me quede con sus hijos de las ocho a las diez de la noche. . .¡imagínese! Así ya ni puedo salir a cenar ni a dar una vuelta. Acabo de llamar a mi hermana y nos vamos las dos a pasearnos un rato… – dice la mujer toda contenta mientras se da una vuelta para que todas la observemos.
– Pues si, ellos tiene hijos para que se los cuiden otros ¿no? – dice con un tono apático la hija de la peluquera que descansa toda su belleza y su esbelta figura rubia sobre una de las sillas para peinar, mientras acaricia un perrito con la mirada perdida. Sus ojos dicen que no hay esperanza y su boca carnosa delata un ansia irrefrenable de beberse la vida a sorbos bien grandes . .
– Si querida – le responde la mujer rápidamente – hoy en día es así que funciona, no tienen tiempo para darles lo que necesitan pero “hay que tener hijos”, es como si fuera obligatorio y después que los cuide una servidora – remata colgándose al hombro su bolso nuevo para que todas la veamos una vez mas.
– Bueno, entonces aprovecha para descansar y airear la cabeza ahora – le dice la empleada mientras busca los últimos esmaltes para que yo pueda elegir un color.
– ¡Ay si! ¿sabe lo que me hace falta a mi? – le dice la mujer acercándose y poniéndole la mano en el hombro – Un Carnaval ¡eso es lo que me hace falta a mi! – le dice subiendo el tono para que todas la oigamos bien.
Casi sin querer todas, inclusive yo, esbozamos una sonrisa incluso algunas una carcajada bien sonora.
– ¡Ah si, eso con dos noches locas se le pasa todo! – dice la empleada con una sonrisa medio ladeada mientras comienza a darles luz a mis uñas con un violeta nuevo.
-Bueno señoras me voy, mi hermana acaba de llegar – y con la misma fuerza con la que llegó desaparece haciéndole señales con los brazos en alto a alguien en la distancia mientras corre en su dirección meneando bien su melena, su bolso y su alegría nuevos.
Mientras dejo que me regalen unas manos nuevas sigo observando al resto de las mujeres y escucho atenta sus conversaciones intentando, aunque sea por unos instantes, colarme en sus vidas y adivinar lo que las hace felices o las entristece pudiendo saber así un poco de sus vidas. Por eso cuando decido ir a estos lugares dejo las prisas en casa y me entrego al tiempo de un espacio en el que muchas vidas se cruzan haciendo chocar visiones sobre cuestiones como el trabajo, la familia, los hijos, la sociedad, el amor y muchas cosas mas. Allí, mi curiosidad de observadora innata hace que mi mente se olvide de cada detalle que me pueda preocupar. En esos momentos no hay nada que me pueda alejar de la dulce sensación que es para mi inventar vidas ajenas y aprender de los delicados trazos que se dibujan en el universo femenino de esta sociedad en la que vivo . . .y es que mas allá de lo superficial que puedan parecer estos lugares esconden secretos que en muy pocos sitios puedes descubrir.
Para reflejar mucho mejor yo este entresijo de emociones y vidas cruzadas te recomiendo que veas la película Libanesa “Caramel”, un delicioso retrato, cargado de colorido y sensualidad, de las vidas de algunas mujeres en Beirut , de su visión de la sociedad, el amor, el matrimonio y el sexo cuyo punto de encuentro es justamente un salón de belleza. . .
Aquí te dejo el trailer de la película:
y un vídeo con algunas imágenes de la película:
…a veces…
vengo solo a preguntarte
¿TÚ también necesitas un carnaval?
¡Pues que lo disfrutes! 😀
6 comentarios en «Caramel – Los secretos de un salón de belleza»
Sí (me gusta esa palabra). Los salones de belleza seguramente son de esos sitios donde, aparte de cocinarse el chisme, también se tocan los temas que profundos o superficiales, dinamizan los hogares, los trabajos, la sociedad. Quizás no se hable tanto de fútbol (sería genial jijiji), pero seguramente que las discusiones que allí se fraguan, los convierten en esos lugares maravillosos donde la lengua no se enreda pa contar lo que quizás nunca a nadie le contaríamos, como cuando nos desnudamos ante un taxista o ante un compañer@ de puesto en el avión, personas que sabemos tal vez nunca más volveremos a ver.
Hola Angela, siempre interesante tus entradas. Esta es muy buena. Saludos.
@Tedder: has respirado justamente el aire que yo quería traer…me gusta cuando dices “…como cuando nos desnudamos ante un taxista o ante un compañer@ de puesto de avión, personas que sabemos tal vez nunca mas volveremos a ver.” Es justamente esa conexión que nos invita a desafiar a la timidez o al “que dirán” que por unos instantes nos deja ser nosotros y vivir la intensidad del momento…Gracias por venir, leerme y siempre por tus palabras! Besos!
@Claudia: Mil gracias! Me alegra que te haya gustado y que sigas por aquí dejando siempre algunas lineas! Besos!
Una vez más me encanta lo que nos has transmitido en esta ocasión. Gracias!
Yo no necesito un “Carnaval”, jajaja. Es más, literalmente he huido de este último carnaval pero no está mal agitar la vida, la cabeza, las ganas… eso sí, en cualquier época del año y no solo en febrero cuando el calendario invita a Don Carnal a invadir las calles.
Un abrazo y agita la vida cuando te apetezca.
Hola querida Tegala!
Me gusta lo que dices, a mi tampoco me va mucho el carnaval sobre todo porque siempre lo he vivido con frío y lo odio…quizás si estuviera en alguna tierra mas calentita como la tuya me gustaría mas…o quizás no porque me vería invadida por extraños que buscan ese calor que no tienen…
Calores a parte…la verdad es que casi nunca me disfrazo pero no pasa nada, porque como dices tu agito la vida cuando me apetece…que buen consejo!!
Besos y gracias por venir a verme!